Aumenta la prostitución en México por pandemia y desempleo

Aumenta la prostitución en México por pandemia y desempleo

La prostitución floreció durante la pandemia de Covid-19, especialmente en los largos meses del confinamiento que llevó a la quiebra a miles de negocios pequeños y grandes y dejó en el desempleo a grandes cantidades de personas.

Este es el diagnóstico de un censo realizado por la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” la cual estimó que la cifra de trabajadoras sexuales en la Ciudad de México, que hace suponer que el fenómeno se podría extrapolar al resto del país, aumentó de 7,500 a 15, 200 desde que se presentó Covid-19 a fines de febrero del 2020.

La gran mayoría de las personas que decidieron dedicarse a vender su cuerpo son mujeres, aunque también hubo personas de otros géneros y un pequeño número de hombres.

Según Elvira Madrid, presidenta de la organización no gubernamental, sostuvo que ese incremento también trajo consigo un aumento en enfermedades como el VIH, la trata de personas y por supuesto muchos de Covid-19.

De acuerdo con el estudio, el año pasado, fallecieron 50 trabajadoras sexuales por Covid-19, que se agregan a otros 35 en este año.

La pandemia ahuyentó a la clientela de las mujeres “de la vida” en las calles de la Ciudad de México, y según testimonios, de hasta 20 clientes por persona en un horario de las 8 a las 17 horas, la situación llevó a tener apenas uno solo, cuando no a veces debían retornar a casa con los bolsos vacíos.

De acuerdo con algunas de las meretrices, las mujeres se cuidaban de contagiarse con medidas muy básicas como el uso de gel anti bacterial y evitando besar a sus clientes.

Además, según la Brigada, recurrieron a una práctica llamada “corona-sutra”, que se deriva del término “Kamasutra”, que consiste en realizar posiciones sexuales evitando acercar su rostro al de los clientes y usando barbijo.

La Brigada “Elisa Martínez” decidió popularizar el “corona- sutra” mediante cómics para distribuirlo entre las mujeres “de la noche” para evitar los contagios.

“Desde que entro al hotel, desinfecto a mi cliente, me desinfecto yo y nos ocupamos, salimos y, lo mismo, nos desinfectamos. Procuro que no me toquen mucho. El más efectivo es el corona-sutra porque evitas más el contacto”, señaló una mujer llamada Vanessa, edad no precisada.

“A veces no les gusta, porque quieren hacer lo que ellos quieren”, señaló, pero al final se convencían de que era mejor para ambos.

Además de las dificultades para obtener clientes, las mujeres suelen afrontar la extorsión de la policía y de grupos delincuenciales que les exigen una “cuota” para poder realizar su labor en algunas zonas del centro de la ciudad.

Otra mujer dedicada al comercio sexual en las calles de la metrópoli, llamada Gabriela, de 39 años, reveló que había dejado este trabajo y volvió orillada por la crisis pues un negocio de venta de joyas de imitación quedó en bancarrota al cerrar las actividades no esenciales por la cuarentena.

Le pasó lo mismo a Claudia, de 41 años, que tuvo que regresar a ejercer una labor que no le enorgullecía orillada por la situación.

“Estaba tranquila en mi casa. Se siente feo regresar”, señala Claudia, citada por el estudio, al indicar que volvió a ver a sus colegas que se habían retirado, lo que consideró un golpe “muy duro” para su estado anímico.

Para Claudia, el “corona-sutra” es un problema para ejercer su trabajo pues los clientes a veces se ponen muy insistentes y le piden un beso a cambio de dinero extra.

La mujer dice que ha librado el Covid hasta ahora, pero dice que su padre de 62 años y su hermano de 39 sí dieron positivo. En cuanto a Gabriela, señaló que regresó a trabajar a su antiguo oficio “cuando abrieron los hoteles en julio. Nunca pensé que iba a pasar esto. Me daba pena, tenía mucho miedo. Estoy deprimida, porque mi pensamiento era que ya había logrado salirme”.

“Sé que esto no es malo, pero ya no lo quería. La pandemia nos ha golpeado mucho”, confiesa la mujer.
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